William Morris: feos borrones sobre la hermosa faz de la tierra > Parte 2/4

 

Morris y sus coreligionarios denunciaban la opulencia de la sociedad industrial del momento, que veían como una maquinaria perversa que generaba explotación laboral y grandes desigualdades sociales al servicio de una minoría rica. Reivindicaban, no sólo el derecho universal a la educación, al trabajo digno ya una remuneración justa, sino el sentido mismo del trabajo como fuente de realización y de crecimiento personal, el placer del trabajo en sí, el derecho al descanso y a disfrutar de una vida plena.

 

«Tampoco consentirá que los edificios en que trabajase o viviese fueran feos borrones sobre la hermosa faz de la tierra. Comenzando por construir sus fábricas, edifcios y talleres de modo tan decente y adecuado como sus casas…».

 

«El placer que debe ir asociado a la fabricación de todo objeto de artesanía tiene por fundamento el vivo interés que todo hombre saludable siente por una vida sana, y se compone principalmente, en mi opinión, de tres elementos: variedad, esperanza de creación y en la autoestima que se deriva del sentimiento de ser útil a los demás…».

 

Defendió el valor de la producción artesanal de calidad, la belleza como aspiración sustancial, la responsabilidad moral del diseñador y de los productores, el uso del diseño como herramienta de transformación social, la utilidad en la creación y la fabricación de objetos y la racionalización en la producción de bienes.

 

 

La tiranía del lucro

Influenciado por las teorías de Marx y por las tesis anarquistas, desilusionado con la política parlamentaria como medio para erradicar las desigualdades de clase, dedicó parte de su vida, su genio y su fortuna a luchar por la causa socialista, contribuyendo a sentar las bases del movimiento laborista británico.

 

«…el trabajo del mundo podría llevarse a cabo con esperanza y placer de no ser desperdiciado por la estupidez y la tiranía, por la perpetua lucha de clases opuestas».

 

En 1883 funda la Federación socialdemócrata, y justo un año después organiza, junto a Eleanor Marx ––hija del autor de El capital––y un grupo de disidentes escindidos, la Liga socialista; formada por trabajadores, intelectuales e inmigrantes. El «socialismo revolucionario» que defendían, más allá de las aspiraciones reformistas iniciales, proponía la extinción de las clases sociales y de las nacionalidades en el marco de una cultura democrática global.

 

«Obligar a un hombre a realizar la misma tarea día tras día, sin ninguna esperanza de escapar ni de cambiar, significa, ni más ni menos, convertir su vida en un tormento de presidiario. Lo único que exige que así sea es la tiranía del lucro».

 

Las paradojas

El idealismo de Morris de crear objetos bellos y útiles, producidos de manera noble, para mejorar la calidad de vida de las personas, que defendía el lujo del buen gusto por encima de los precios altos, terminó chocando frontalmente con la cruda realidad. La imposibilidad de crear piezas con unos estándares de calidad tan altos a precios asequibles provocaba que sólo las clases altas podían permitirse adquirirlas.

Las contradicciones y las paradojas vitales entre su posición social y sus ideales no se escaparon del blanco de tiro de las críticas ni de los sarcasmos. Desde su estatus privilegiado hizo uso de las influencias desplegando todos sus ingenios para lograr sus propósitos, incluso ante los tribunales:

 

«I am an artist, and a literary man, pretty well known, I think, throughout Europe».

 

«En la primavera de 1885 la policía arrestó 50 miembros del Club internacional de trabajadores socialistas y comenzó a disolver reuniones de la Federación socialdemócrata. Esto provocó una fuerte manifestación de 10.000 personas en nombre de la libertad de expresión que culminó con más detenciones.

Morris fue a juicio para pagar la fianza de los arrestados. Uno de ellos era un sastre muy humilde que fue condenado a dos meses de trabajos forzados por —supuestamente— dar una patada a un policía. Indignados por la gravedad de esta condena, sus compañeros protestaron y Morris fue arrestado por la pelea que sucedió a estos hechos —presuntamente por haber golpeado a un policía y haberle roto el casco.

Dos horas más tarde, se presentó ante un magistrado y, cuando se le preguntó quién era, respondió con esta famosa sentencia: Soy un artista y un literato, me parece, bastante conocido en toda Europa. Negó cualquier acusación y fue posteriormente puesto en libertad».

 

 

Kelmscott Press

En 1891 funda Kelmscott Press, la imprenta y sello editorial, que con el tiempo se convertirá en una de las más relevantes de la historia por la excelencia de sus impresiones y la belleza de sus diseños. Se publicaron unas 53 obras y un total de 18.000 ejemplares, tanto reimpresiones de clásicos como obras propias.

Las ediciones creadas por Morris y su equipo estaban impresas y encuadernadas con técnicas de estilo medieval. Inspiradas en las composiciones y la estética de los incunables del siglo XV —de los que era un profundo conocedor— destacan por su trabajo minucioso de las tipografías, de las letras capitales, los dorados y las ilustraciones iluminadas.

Las obras de Kelmscott Press no sólo despertaron una gran admiración sino que fueron un referente y una fuente de inspiración, en un período donde el diseño y la calidad de la página impresa se empobreció a marchas forzadas por la gran demanda de libros, que eran producidos industrialmente en ediciones de bajo coste y de escasa calidad.

 

 

«Noticias de ninguna parte»

Fue un reconocido y prolífico escritor. Su corpus literario dejó huella en todos los géneros: poesía, novela, ensayo y traducción. En News from Nowhere or An Epoch of Rest, 1890 —uno de sus escritos más famosos— Morris nos transporta hacia una utopía romántica. Una sociedad del futuro situada en 2102 en una Inglaterra post-capitalista, donde las clases sociales y la propiedad privada han desaparecido en favor de una sociedad rural comunitaria.

En este sueño, no hay moneda ni comercio y los rastros feroces de la industrialización se han desvanecido. Las uniones son libres y las mujeres están emancipadas. Todo el entorno es bello y fraternal, el trabajo es un Olimpo de placer y creatividad. Las decisiones se toman en asambleas comunitarias, sin ningún sistema de gobierno. Sin jueces ni prisiones, sin jerarquías ni autoridades. Y el parlamento se ha convertido, sencillamente, en un práctico almacén de estiércol…

 

 

 

Citas: El arte bajo la plutocracia, Pepitas de calabaza, ed. / Trabajo útil o esfuerzo inútil, Pepitas de calabaza, ed. Morris, Ed. Taschen. Imágenes: 1_Liga socialista, 2_Book of Verse, 4_Odas Horacio, Kelmscott Press, 5_Portada News from Nowhere; Morris, Ed. Taschen. 3_The Earthly Paradox: Wikimedia Commons.